Parece que Calderón tiene la razón

Rafael Calderón

Cuando el diputado Rafael Calderón abandonó formalmente la fila del PRD (Partido Revolucionario Dominicano), advirtió que apenas era el principio de lo que se avecinaba a esta agrupación política si no se manejaba la crisis interna distintamente a como lo ha estado haciendo su actual presidente, Ing. Miguel Vargas Maldonado.

Señaló el martes primero de diciembre que habría una estampida de perredeístas "viejos robles" a otras organizaciones, ya que no se sentían representados por las actuales autoridades, dado el hecho de que no se estaba sumando, sino dividiendo en el viejo partido. "El presidente Miguel Vargas está llevando las cosas muy mal en esa agrupación, no se respetan ni los estatutos del partido ni el reclamo que muchos compañeros han hecho para que se solucionen conflictos entre distintos líderes" enfatizó el ex dirigente del partido fundado en la Habana (cuba).

El congresista representante de la Provincia Azua parece tener razón en sus formulaciones. Muchas figuras de arraigo en la historia del "glorioso" han presentado renuncias formales en la sede del partido, y tras cada deserción, acusan al presidente del partido de querer imponer sus acólitos en todos los cargos del PRD, desde funciones partidarias hasta las candidaturas, avasallando con presiones y dinero al que lo adversa internamente.

Uno de los primeros en pronunciarse en contra de la actitud de Vargas Maldonado fue el ex consultor jurídico del gobierno de Hipólito Mejía, Guido Gómez Mazara, quien acusó a Miguel Vargas de imponer a Orlando Jorge Mera, a través de un fraude, como secretario general del partido blanco. "Por los daños irreparables y heridas incurables que éste ha venido causando a muchas personas buenas del partido, voy a obrar en su contra para que no sea presidente del país en el 2012" , indicó.

Recientemente, formalizaron sus renuncias Viecente Sánchez Baret y Daniel Lois Carvajal, en menos de 48 horas.

El PRD, ante la terrible crisis económica que afecta la nación y y el descalabro moral del gobierno debe reunirse urgentemente para enfrentar estos males, y no pelearse por nimiedades que no interesan en lo absoluto a la población.