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miércoles, 1 de julio de 2009

Rechazo ambas posiciones

Manuel Zelaya

La destitución del presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya, por parte del congreso de ese país no tiene razón de ser en esta época, pero tampoco la forma en que el mandatario quería imponer la asamblea constituyente.


No me extrañan ambas actitudes, porque son las que han caracterizado el comportamiento político en nuestra América Latina. Somos dependientes hasta para pensar y ponernos de acuerdo.


Zelaya argumenta que se llevó a cabo la encuesta para auscultar el pensamiento del pueblo y ver si era posible agregar una cuarta urna para determinar la viabilidad de la constituyente o no. Por el otro lado, el congreso entendió que esto representaba una amenaza para la democracia, ya que el presidente intentó implantar una decisión personal al margen de la ley, y que tal posición debió discutirse en el congreso que es el facultado para dar carácter de ley o no a tal iniciativa, lo cual el presidente rechazaba.


Parece que el objetivo era actuar en beneficio de intereses particulares, que realmente no son los del pueblo. Es una lucha por la hegemonía política, la cual implica muchísimas cosas más desde lo económico hasta lo social, y nadie cede en ese terreno.


Por qué ese radicalismo? -La razón es elemental. No se pusieron de acuerdo los colonizadores ni quienes sustentaron ese proyecto. Tampoco los conquistadores, quienes sólo pensaban como hacerse del botín del pueblo vencido. Entramos en un largo período colonial y los enfrentamientos andaban por sus fueros, hasta el punto que la Corona prefirió algunas provincias de América, en desmedro de otras; que cayeron en una especie de abandono. A ese largo período lo sucede el proceso de independencia del siglo XIX, de casi todas los dominios que España tenía en el continente. Pero los desacuerdos no cesaban, y en el plano de las nuevas repúblicas, se alzaron con el poder los menos indicados, una serie de caudillos sin formación política que condujeron a muchas de las nuevas naciones a una crisis generalizada, escenario que aprovecharon las grandes potencias europeas y más tarde Estados Unidos para seguir saqueandonos.


El tiempo siguió su curso y nuevos contextos se nos presentaron. Llegó el de las invasiones norteamericanas para defensa de sus intereses y monopolizar el comercio bilateral, imponiendo su industria azucarera a través de la acumulación originaria de capital, que se manifestó en el robo y expropiación de las tierras a campesinos. Para tal caso impusieron una series de dictaduras y de gobiernos entreguistas que únicamente les interesaba el bienestar de ellos, su familia y allegados. Pasaron las dictaduras, y cuando se pensaba que América Latina se enrumbaba por el sendero de la democracia pura, surgieron intromisiones de todas categorías por parte de Washington, hasta el punto que podían desestabilizar el ambiente político en cualquier región de América. Es algo existencial. Esto nos indica que no tenemos capacidad para ponernos de acuerdo y dirimir los problemas nuestros sin acudir a organismos internacionales, los cuales son muy dependientes de la política trazada por Estados Unidos, a quienes les interesa poco el bienestar de estos pueblos, tal y como lo demuestra la historia.


Tenemos que ceder en las discusiones sobre problemas perentorios, si queremos salir del atraso general en que nos encontramos y saber que la vida está en constante evolución, por lo que no es posible manterner la misma estructura de siempre.


Por Manuel Espinal



1 comentario:

  1. Buen enfoque Manuel, así se analizan los temas de esta envergadura..

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